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Agrupamento Europeu de Cooperação Territorial do Rio Minho

La lengua


El goianés constituye una forma dialectal del gallego que sólo se dio en la pequeña parroquia de Goián del ayuntamiento de Tomiño y que en su momento fue la forma hegemónica de comunicación en estas tierras.

Del goianés poco se sabe. La peculiar ditongación que caracteriza este habla, los giros lingüísticos y los lexemas únicos que presenta no se encuentran en ningún otro lugar dentro do sistema lingüístico del gallego. Tampoco se conoce otra variedad lingüística de nuestra lengua con una localización espacial y marcos, tan reconocibles y estables, tan claros, como en su caso.

El goianés se caracteriza por la ditongación del “é” abierto tónico, por lo que convierte el “vello” en “viello”, la “festa” en “fiasta” o el “meu” en “miou”. Aunque se trata de la única modalidad dialectal del gallego que presenta una localización espacial con límites reconocibles y estables, su supervivencia -básicamente oral- impide que existan textos donde poder estudiarlo lo que dificulta su conservación. De ahí que cada hablante sea una reliquia.

Cantiga, fiesta y romería


Las ferias, fiestas y romerías constituían en el pasado una de las escasas oportunidades de ocio. En ellas, la fiesta profana añade al ritual religioso el sentimiento cultural de la comunidad, con una fuerte presencia de la música, la danza y el canto.

Instrumentos de percusión, la gaita, la concertina, el acordeón o el cavaquinho, uno de los instrumentos miñotos por excelencia, producían música para que los oyentes escucharan o bailaran a su ritmo. EN el territorio gallego y portugués del río Miño transfronterizo se constituyeron agrupaciones musicales únicas, las treboadas, sólo presentes en la comarca del Baixo Miño y que se conocen en el norte de Portugal como Zes Pereiras.

Las treboadas se pueden considerar una evolución del grupo de gaitas tradicional, que estaba integrado por una gaita, un tambor y uno o dos bombos. Durante el s. XIX se le fueron incorporando instrumentos como los bombos de mallada, hasta constituir lo que se conoce como una treboada, composta de forma mayoritaria por estos instrumentos con sus toques propios.

La pesca y el río


Las “pesqueiras” (pesquerías) son construcciones levantadas por las poblaciones ribereñas desde tiempo inmemorial, para facilitar las labores de captura de los peces del río Miño. Su propiedad, así como los conocimientos necesarios para construirlas y mantenerlas, defendiéndolas de los embates del río, fueron pasando de generación en generación hasta nuestros días. Hoy, muchas de ellas están en desuso, destruidas u olvidadas y son pocas las personas que todavía dominan las técnicas de construcción de las artes de pesca.

Herederos de un patrimonio cultural ancestral, los hombres y mujeres del Miño conocían cada metro del río y sabían cómo vivir en consonancia con él. El río les pertenecía y ellos pertenecían al río. Esta perfecta simbiosis con la naturaleza que los rodeaba comienza a desmoronarse con la emigración y con el éxodo rural. Poco a poco se fueron perdiendo los nombres de los peces, de las artes de pesca, las formas de captura y la relación con el río como sustento.

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